Se acerca el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. Según un reciente estudio publicado por el Observatorio de la Ingeniería en España, , la proporción de mujeres ingenieras no supera el 20% del total. Another concerning fact is that, although the presence of women in the profession has been growing over the past decades, there has been a slight loss of interest in becoming an engineer among young women in recent years.
¿Por qué ocurre esto? ¿Qué podemos hacer para atraer más talento femenino a las carreras de ingeniería? Hemos hablado con nuestra compañera Carmen Ramírez, Ingeniera Electrónica. Queríamos conocer su punto de vista como mujer ingeniera y profesional con más de siete años de experiencia en un campo tan poco conocido (pero tan importante) como es el de la certificación de productos eléctricos y electrónicos.
¿Por qué decidiste estudiar Ingeniería Electrónica? ¿Tuviste algún obstáculo en el camino?
En bachillerato me planteé opciones muy variadas; desde estudiar un grado medio de Estética o Turismo, a una licenciatura en Física, Química o Ingeniería. En mi familia nadie había estudiado y me di cuenta de que mi cuñado, que era ingeniero, tenía respuestas para todo. Me ayudada con los deberes de física, con inglés… Todo lo que le preguntaba sabía hacerlo, o al menos era capaz de buscar la forma de resolverlo. Eso me impresionó y pensé, ‘yo quiero esto, quiero saber un poco de todo’.
Así que cuando estudié mis opciones me decidí por una ingeniería. Y entre las diferentes ramas que existían, escogí Ingeniería Electrónica. Vi que era una carrera muy completa, donde se tocaban muchas materias diferentes, y eso me gustó.
A quien no le gustó tanto mi decisión fue a mi familia. Yo soy la pequeña, tengo tres hermanos mayores. A mis padres les parecía bien que estudiara, pero me decían que por qué no estudiaba una carrera ‘más de mujeres’. ¿No podrías ser médico, o maestra? Me insistían. No veían nada claro que su hija fuera ingeniera. Mi madre, incluso, cuando estaba a mitad de la carrera, me ofreció pagarme un máster para ser maestra. ¡Seguía sin querer que yo me dedicara a la ingeniería! Pero yo hice oídos sordos.
Con el tiempo lo fueron aceptando, y ahora están encantados. Siempre que se rompe algo en casa, soy yo la que lo reparo, o si tienen dudas sobre cualquier aparato electrónico, les ayudo. ¡No se pueden quejar!
¿Cómo fue tu paso por la universidad?
Hay gente que tiene la falsa creencia de que para estudiar ingeniería tienes que ser un estudiante brillante, pero no es cierto. Yo era una estudiante que sacaba notas medias, pero con tiempo y esfuerzo puedes conseguir lo que quieras. Una de las cosas que a mi me funcionó muy bien, fue preguntar y preguntar hasta que de verdad comprendía aquello que estaba estudiando. Era de esas alumnas que iban continuamente a los despachos de los profesores a preguntarles las dudas. Era la única forma de aprender. Si simplemente memorizas algo, pero no lo entiendes, no te sirve de nada. Así que ese es uno de los consejos que le doy a cualquier estudiante; si no lo entiendes pregunta. No hay que tener vergüenza de preguntar.
Durante mi paso por la escuela de ingeniería tuve pocas compañeras mujeres. Aunque a las que estaban, les iba muy bien. Imagino que era porque tenían muy claro que eso era lo que querían estudiar. De hecho, mi percepción es que las mujeres ingenieras, aunque seamos pocas, solemos llegar a tener buenos puestos de trabajo porque en los estudios nos va muy bien y nos esforzamos muchísimo.
¿Por qué crees que tan pocas mujeres escogen carreras STEM, y en concreto de ingeniería?
Creo que influyen muchos factores, pero desde mi punto de vista el principal es la educación. Por ejemplo, cuando yo era una niña no se nos educaba igual que a los niños. No se nos daba la oportunidad de descubrir las mismas aficiones. A mi me regalaban muñecas y a mis amigos microscopios. Como era un regalo, me gustaba y en el siguiente cumpleaños me regalaban otra muñeca. Esto hace que desconozcamos otros ámbitos que podrían sernos de interés como la mecánica de un coche, la informática o la astronomía, ámbitos que normalmente se les muestran a los niños de forma habitual.
Hoy en día esto no es tan común y cada vez se educa más en igualdad, evitando este tipo de micromachismos. Así podemos ver cada vez más niñas interesadas en ciencia o tecnología. Además, y aunque aún no es lo más generalizado, cada vez encontramos más referentes femeninos en puestos normalmente masculinos. Cuando tu madre, tu profesora de tecnología o tu hermana son ingenieras esto te ayuda a tener referentes y opciones laborales que quizás de otra forma ni te plantearías.
¿A qué te dedicas en WoodSwallow?
Desde pequeña siempre me atrajo la idea de trabajar en un laboratorio. No tenía muy claro cómo, ni qué tendría que estudiar para trabajar en uno. Pero al final, con esfuerzo y dedicación lo he conseguido. Hoy trabajo en un laboratorio de electrónica y me encanta mi trabajo.
En concreto, soy responsable de pruebas y certificación hardware, o EMC Test Developer Engineer, y tengo un equipo de ingenieros a mi cargo. Por suerte estoy en una empresa muy inclusiva y nunca he tenido ningún problema en este sentido, al contrario.
Cuando dices que eres ingeniera, mucha gente presupone que te dedicas a gestionar o dirigir proyectos, pero no tanto que tengas habilidades técnicas más relacionadas con los hombres como puede ser la soldadura de PCBs. En mi caso esa creencia es errónea, yo sé soldar y llevo a cabo multitud de pruebas de laboratorio con equipos e instrumentos muy complejos y sofisticados.
How is your day to day in woodswallow as an engineer?
Mi día a día es muy variado. En WoodSwallow nos dedicamos al diseño y desarrollo de sistemas embebidos y productos IoT, con especial foco en el campo de la medición inteligente de la energía y la movilidad eléctrica. Mi trabajo consiste en diseñar y llevar a cabo una serie de pruebas para comprobar que esos dispositivos eléctricos o electrónicos serán capaces de lograr la certificación correspondiente.
Por ejemplo, trabajamos mucho con el marcado CE, que es el que otorga la Unión Europea. Esta certificación es de las más exigentes del mundo. Para obtenerla se deben pasar una serie de controles de calidad y de seguridad muy importantes.
Parte de mi trabajo es asegurarme de que, desde las primeras fases de diseño del producto se tengan en cuenta estos requerimientos de calidad y seguridad para que, una vez llegue el momento de certificar el producto, este pase sin problemas, ahorrando muchísimo tiempo y dinero a nuestros clientes.
Para ello, realizamos todo tipo de pruebas a los dispositivos antes de enviarlos a los laboratorios oficiales de certificación. Llevamos a cabo pruebas relacionadas con la compatibilidad electromagnética, con la seguridad, radiación, o radiofrecuencia, entre otras muchas. Esto es lo que permite que podamos comprar cualquier aparato eléctrico o electrónico en la Unión Europea con la tranquilidad de que son productos seguros y con unos estándares de calidad muy altos.